La espuma es el enigma constante.
¡Bebed muertos y saciad la sed!
Porque más allá no hay qué beber.
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Es verdad que el espíritu culmina
Y la imaginación en espirales florece.
Hay catarsis al borde de la roca.
De la muerte recogemos el nombre de las cosas.
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Zahoríes del amor,
autodidactas del ágape:
Incrusta tu delta de madera — no en el Salzburgo
sino en el Ganges.
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Luna: madre de muertos. Libo,
porque es la sangre de la muerte.
Alimen nutricio que fermenta y vuelve.
A través de la tierra.
Sin pensamiento, las palabras florecen.
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Con la rara belleza
De la col fétida de los pantanos — Symplocarpus foetidus
De introspectiva floración,
o la orquídea dentata que florece bajo tierra.
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Ágape, ágape bajo la luna cinérea.
Con sed ancestral bebe la tierra.
A sorbos vivos sacia su garganta de espinos.
Pero en sus labios permanece la hiel.
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No hay palabras porque
no hay amor para beber.
Latín: lengua de muertos,
Sacia en mi lengua tu sed.
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Liliata rutilantium… —
Lilas, asfódelos, syringas rutilantes.
Cuando mueren las cosas
su nombre toman sub lunares.
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Sub nocte. Sub rosa. Per umbram.
Gremios de la palabra,
Deja que te circunden, flores subterráneas.
Contraseña y ansa.
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Beber la muerte a sorbos — Ágape
Ágape — junto a nuestros muertos.
La vid fermenta bajo pies campesinos
Cada copa de vino es comunión con los vivos.
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Viscosas palabras como líquenes. Lichtenwörter.
Círculos de luz al liquen fieles.
Los muertos mastican laureles
la llave del reino de los muertos. Lichenwörter.
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Leteo: danza de alivio y memoria.
Aleteos y zumbidos son barullo cristalino
En la fuente primigenia.
Donde las almas revolotean y aguardan.
El clímax que las traerá de vuelta.
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Abajo en la fosa —
la humedad del barro en gusanos suspira.
Todas las almas son hermafroditas.
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Flores segadas que se abren a ciegas, sub terra.
Larvæ, capullos, panales incubándose. La tierra tiembla —
el ejército de los muertos bebiendo bajo tierra.
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Cada palabra guarda la lengua de una aldaba,
encerrada en su demiurgos y asexuada.
Malas hierbas — invasores de tierra yerma.
En mystérion hay voces enterradas.
Quito, 2020.